¡¡¡Qué maravilla poder tener un trozo de tierra que podamos trabajar y que nos dé alimentos, desde una relación de equilibrio y Amor!!!
Esta idea de la huerta llevaba años pululando en nuestro interior, pero muchos interrogantes pendían de esta idea para que pudiera ser un hecho: dónde, tendríamos capacidad de mantenerla, quien la lideraría, sería una sobrecarga?
Tras mucho tiempo de espera, la idea está tornándose en una hermosa realidad.
Carmen Goyer, nos ha cedido un trozo de su finca para que podamos sembrarla a tan sólo unos 10 Km de nuestra casa, nos paga el agua con el que regar, se ha comprometido a vallarla para que los jabalíes de la zona no se coman la siembra, y viene a recogernos semanalmente para que el desplazamiento no suponga coste alguno. Llevamos varias semanas preparando el terreno, quitando hierbas, haciendo terrazas para contrarrestar la pendiente del terreno, yendo a las caballerizas para recoger estiércol y nutrirla de forma natural, e incluso hicimos una preciosa ceremonia de la fertilidad como inicio de este precioso proyecto.
Diego Ramírez, amigo de Pepe Bravo, con mucha dedicación y tras años de recolección y selección de las mejores semillas, hoy las comparte para que podamos tener buenos productos de huerta, y así…. “sentir que nuestro alimento es nuestra medicina”. Qué gran regalo será comer aquellos tomates de antaño con su jugo y su sabor… y qué gran responsabilidad poder recibir estas semillas y conservarlas en el tiempo.

Preparamos más de cien semilleros con la mejor tierra, una tierra variada, mullidita y nutritiva, para que las diminutas semillas puedan comenzar a germinar. Ahora están como dormiditas, pero las cuidamos amorosamente resguardándolas del frio por las noches y sacándolas al sol durante el día. Estamos deseosos de ver los primeros retoños…. jijiji, aunque todavía quedan un par de meses para trasplantarlas a la tierra que tan amorosamente estamos preparando.
Ezequiel es la persona que se ha comprometido a liderar este hermoso proyecto, llevándose a los chicos hasta la huerta una o dos veces a la semana para entre todos cuidar las plantas y cuidar de la tierra, desde una relación amorosa y equilibrada.
Un proyecto que no está exento de esfuerzo y sudor, pero que a la vez está repleto de ilusión y alegría.

Gracias una vez más a la Vida, por demostrarnos de nuevo que CREER es CREAR.