Las hadas, como todos los niños saben, viven en los cuentos; pero algunas, y esto solo algunos lo saben, a menudo se escapan de las palabras y habitan también nuestro mundo. El hada Hache es una de las más viajeras. Es tan ligera que ni siquiera se pronuncia su letra inicial, y de hecho, la mayoría de los niños le llaman Nacha, para poder vocalizarla. El hada Hache es ciertamente muda, pero se comunica intensa e intrincadamente con los niños y, según dicen, con algunos adultos. Sus miradas y aleteos, de esto soy yo mismo testigo, son de los más significativo. Cada hada, claro está, se materializa en forma diferente, y Hache es una mariposa con alas sutiles y estilizadas, moteadas de estrellas multicolores; y su cuerpecito parece no ser sino el sostén de sus élitros, formando el conjunto la silueta de un bello corazón, de equilibrada regularidad y armonioso colorido.
Hache tiene, como función principal, repartir los regalos del universo a las almas infantiles que los necesitan, habitualmente tras una petición formal e ilusionada, pero también por sorpresa. Es sin duda con estos últimos que ella disfruta más, pues es pillina y muy generosa.
El Universo es infinito porque está repleto de regalos que ocupan su espacio. Los hay en forma de objeto, que son los menos voluminosos, pero otros, como las emociones, las ideas y los sueños, son muy expansivos; y por ello el Universo es cada vez más grande, entrelazándose los nuevos espacios con los que el Amor primigenio había preparado para ellos.
Hache se desplaza por el amor inter-espacial a la velocidad del pensamiento, de manera que sus regalos pueden llegar instantáneamente. Pero esto no siempre es así. Ella sopesa las peticiones y espera al momento oportuno para desenvolver el regalo. De hecho, a menudo no traen lo que le hayan pedido, sino lo que sabe que necesitan, que suele ser mucho más grande, a veces tan grande que el niño no puede abarcarlo y le pasa, durante un tiempo, desapercibido.
Aquí aprovecho para desmentir la creencia común de que hay que pedir deseos cuando se ve una estrella fugaz. Es una falacia. Cuando Hache vuelve a la tierra, cargada de regalos se ilumina fugazmente a causa de su alegría. Hay que esperar un rato y alegrarnos con ella de lo que otros van a recibir. Más tarde, cuando esté desocupada, y solo si realmente necesitamos algo, será el momento de pedirlo. Sin agobiarla, ni darle trabajo injustificado por innecesario. De hecho, la mayoría de las cosas se pueden conseguir por esfuerzo propio, así es que pidamos solamente lo inalcanzable, y no cosas surgidas de un corazón perezoso y mezquino en sus deseos. Lo posible está a nuestro alcance, pidamos, por tanto y por solidaridad, exclusivamente lo imposible. En ofrecérnoslo está la verdadera tarea del Universo, y lo que de verdad hace disfrutar a Hache.